martes, 13 de agosto de 2013

Empezando (2)


Joer, me acabo de dar cuenta de que la primera entrada que escribí también puse empezando... cachis! Qué poco original que soy!! grrrr

Quería seguir con la historia de mi primera experiencia. 

Con José nos vimos una tarde con muchos nervios y nos fuimos a tomar un cafelillo. Debo decir que la situación fue tranquila, con algún que otro gusanillo en el estómago pero estuvo bien. Hablamos de muchas cosas pero no de nuestra bisexualidad ni de si nos gustábamos ni nada por el estilo. Estábamos como dos amigos que se acaban de conocer, físicamente claro, pues ya llevábamos chateando horas y horas en dos o tres meses, ya no lo recuerdo bien. 

Al volver a casa después del encuentro me fui preguntando a mí mismo que qué me había parecido y que si me gustaría dar algún paso más. La respuesta fue sí. No me importaría avanzar un paso más. 

Llegamos a nuestras respectivas casas y comenzamos a chatear y, entonces, sí nos preguntamos de que si nos habíamos gustado y qué tal. Aun así, yo iba chateando de tanto en tanto con Enric, que conocía de la existencia de José y, supongo, veía como iba perdiendo terreno ante el nuevo chico en mi vida. Entonces, no lo sabía o lo desconocía, pero más adelante, me lo confesó: sintió un poco de celos porque ya estaba poco por él. 

Entonces, planeamos una nueva cita pero, esta vez, en un piso que casualmente él tenía en una ciudad de cuyo nombre no puedo recordar ;-) y que lo tenía para alquilar. Se acaban de mudar a otro nuevo y ese lo tenían ya semi-vacio, aun con trastos, pero ya no vivían y estaban a punto de entregarlo a fincas para alquilar. Llegamos al piso y pedimos unas pizzas. Allí empezamos a tontear y como tenía todavía un colchón en la habitación de matrimonio (en el suelo) decidimos echarnos tranquilamente, para estar más cómodos.

Cómodos no sé si estábamos, pero creo que mi corazón se disparó demasiado. Llegó hasta el punto de temblar todo mi cuerpo y a él también. Éramos como unos novatillos y, en fin.. poco a poco fuimos adentrando a un terreno del cual, ya os podéis imaginar, no hace falta que os haga un croquis. Hicimos marranadas sesuales como diría "chiquito de la calzada" o guarreridas... no recuerdo ahora qué decía...

A partir de entonces, se convirtió todo como en un amigo con derecho a roce. Nos teníamos como amigos para contarnos miles de cosas del día a día y cuando nos podíamos ver, pues nos rozábamos un poco. Con cada cita que teníamos íbamos dando poco a poco un paso más en nuestra relación sexual. Pudimos montarnos varias películas y llegué, incluso, a dormir en su casa alguna que otra noche. Realmente, era como un colega pero... con algo más.

Nos engañaré y cuando empezó a decir que si me quería y tal... a mí me costaba decirlo. Creo que en el fondo, no lo quería como él me quería o eso quería hacerme entender, no sé. Puede que sean los prejuicios pero al ver como yo era más reacio en demostrar ese "querer" que él tenía conmigo empezó que si yo seguía chateando con otros tíos que si seguro que me lo montaba con otros.. bla, bla, bla. Curioso porque dejé de chatear con todo el mundo. Realmente, despareció del mundillo y dejé colgado a Enric, totalmente, que de tanto en tanto me iba enviando mails preguntando. Yo le iba respondiendo algunas cosillas y no las ocultaba a José, hasta que un día, agobiado por José, dejé de contestar a los mails.  

Es una de las cosas que no tendría que haber dejado de hacer, pero así lo decidí en su momento. Más tarde, me arrepentí.

A partir de aquí, todo fue como un poco de deterioro día tras día. Cada vez me agobiaba más con el tema de que si no le quería que si chateaba con más tíos, que si yo era más joven, bla, bla, bla. Pero aun así, quien más esfuerzos hacía, era yo. Siempre tenía que sacrificar mis horas libres para poder ir a verle y quedar, pero yo veía que él era más cómodo que yo y, encima, me lo reprochaba. 
Las sesiones de chat diarias, al final se basaban en 10 o 15 minutos diarios. Yo le decía que dónde iba tan rápido y me decía que la mujer le reclamaba y que me tenía que dejar. Casi era un saludo diario y se largaba. De estar horas y horas, acabamos como mucho con un cuarto de hora y, ala!! pa dormir!! Pero claro, si le reclamaba la parienta, pues a cumplir, claro!

Pero un día, estando en su casa, su parienta me dijo: a ver si no estáis tanto rato chateando y me lo dejas un rato para mí!
Pero si no estamos más de 15 minutos!!, le contesté yo. 
A lo que él me dijo: "no le hagas caso, es muy exagerada como buena sevillana que es!".
Sí, sí.. hasta las tantas que estáis cada día!! Volvió a decir ella.

Me quedé sorprendido pero tampoco llegué a pensar lo que podía estar pasando. Pensé que ella exageraba... pero no exageraba, no... era la verdad.

Mañana, más...


2 comentarios:

  1. Hay una cosa que no entiendo, si el chico este también estaba casado… ¿A qué venía eso de “querer” y de “seguro que te lo montas con otros tíos”? ¿Esperaba fidelidad dentro de una infidelidad? Eso es un poco surrealista, no tiene ningún sentido… Sobre todo si al final resulta que era él quien estaba chateando con otros, que es lo que me ha parecido entender… ¡Menudo lío! jaja

    ResponderEliminar
  2. Bueno, supongo que todo formaba parte de ese de que te piensas que todo el mundo está haciendo lo mismo que tú. Como tú dices, si él lo hacía, ¿porqué no podría hacerlo yo también o su mujer igual? Aunque yo creo, que todo es, o era, psicología baratilla de aquella de que lo que él te decía, era para taparse a sí mismo. Desviaba la mirada y nunca te planteabas si él lo hacía, porque entendías que él no era capaz de hacerlo por la forma en como te lo repetía tanto. Son de ese tipo de personas que tiran la piedra y no sólo esconden la mano, si no que te la ponen en la tuya. NO sé si me explico. Programé la tercera parte pero no me he fijado si ya ha salido publicada... Espero no alargarme mucho, pero el final... tiene tela!! No adelanto nada!

    ResponderEliminar